Durante el verano de 2017, pasé a ser una de ocho. En los Estados Unidos, una de cada ocho mujeres es diagnosticada con cáncer de mama; ahora, era una de ellas. A los 40 años, me diagnosticaron cáncer de mama, Etapa 2.

La vida cambia drásticamente cuando se recibe el diagnóstico de cáncer de mama. De pronto, pasamos de andar por la vida alegremente a enfrentar la idea de la propia muerte. En un abrir y cerrar de ojos, nos encontramos en una montaña rusa aterradora sin tener idea de cómo y cuándo se detendrá.

En unas pocas semanas, tuve que tomar decisiones que tendrían un impacto directo en el resto de mi vida. La lucha contra esta terrible enfermedad me dejó invalorables enseñanzas.

 

Buscar información y ayuda

No soy una experta en cáncer. Antes de que me lo diagnosticaran, no tenía la más mínima noción de lo que significaba tener cáncer. Investigué en Internet, consulté con médicos, amigos y otras personas para tomar la mejor decisión posible. Cuando se trata de tomar decisiones que cambian la vida, es necesario confiar en la opinión de los demás.

Como líder, uno tiene muchos conocimientos, pero no se puede ser experto en todo. Es necesario que las personas de nuestro entorno nos ayuden a tomar la mejor decisión. Hay que ser curioso sobre lo que posiblemente una no sepa. Incluya a su equipo, a sus colegas y a otras personas al tomar grandes decisiones. Actuar de manera aislada o en silos, puede ser perjudicial para su negocio, ya que es riesgoso no considerar ideas y soluciones que aún no vislumbra.

Además, el hecho de ser curioso ayudará a que su equipo no sólo se sienta más incluido, sino que forme parte de las decisiones que usted toma. A su vez, esto redundará en una mayor participación y aumentará la probabilidad de alcanzar el éxito.

 

Estar presente

La vida es valiosa. Esto es algo que se dice a menudo, pero se vuelve mucho más real cuando una comprende que la vida puede llegar a su fin más pronto de lo que se imagina. Es probable que la mayoría de las personas no piensen en cuándo se van a morir. A los pacientes con cáncer les resulta muy fácil quedar atrapados en lo que su mente imagina. ¿Qué pasa si me muero? ¿Y si la quimio no funciona? ¿Qué sucede si el cáncer vuelve a aparecer? Mi vida era tan agradable; ahora, nunca volverá a ser igual. Todos estos planteos miran hacia el futuro o rememoran el pasado. En lo que no se enfocan es en el aquí y ahora. Si uno queda atrapado en lo que imagina, no puede ver lo que tiene frente a sus ojos. Valore lo que sucede en este momento. Disfrute cada instante que comparte con su familia y amigos. Aprecie el entorno, el clima y la naturaleza. Sienta el sol en la piel, la arena entre los dedos de los pies. Todos los días me plantearía si estoy viviendo el presente y el ahora, y si quedé detenida en el pasado o en el futuro, en cuyo caso me redireccionaría al presente. Para lograrlo, hace falta un ejercicio constante; mi vida puede ser mucho más plena.

Estar presente en toda interacción con su equipo, empleados y familiares puede cambiar su forma de trabajar. ¿Alguna vez participó de una reunión y se sintió verdaderamente escuchado? ¿Cómo se sintió? Tal vez fue porque la otra persona realmente le prestó atención. Estar presente va más allá de tan solo escuchar. Es necesario estar en la misma sintonía que los demás. ¿Cuáles son las señales no verbales que se transmiten? ¿Puede permanecer en el ahora y evitar que su mente deambule hacia la próxima reunión o a la que ya tuvo? Escuchar su propia respiración y observar su cuerpo la pueden conectar de inmediato con el presente. ¿Puede sentir el suelo que sostiene el peso de sus pies o el calor del sol que atraviesa la ventana?

 

Actitud positiva

Elegí, con plena conciencia, no permitir que el cáncer consumiera mi vida. Acepté que ahora es parte de mí y que siempre lo será. No quise transformarme en la enfermedad. Eso es algo que observé en otros pacientes en el hospital. Estaban muy deprimidos y negativos. Yo decidí que no iba a estar así. Creo firmemente en la psicología positiva y en que la energía que se transmite al universo nos ayudará. Había decidido hacer todo lo que estaba a mi alcance para vencer esta enfermedad. Y si al final esto no funcionaba, podía estar en paz porque había hecho todo lo posible y lo que estaba en mi control. Es cuestión de actitud. No resulta sencillo ser positiva todo el tiempo, pero sí es posible evitar que la negatividad invada su vida.

Existe mucha negatividad en el lugar de trabajo. Empleados no comprometidos, clientes enojados, resultados que no cumplen con las expectativas de la empresa, y muchos otros ejemplos. Como líder, tiene la gran responsabilidad de mantener una actitud positiva y analizar cada obstáculo viendo el vaso medio lleno. No me refiero a la porrista que grita Hurra Hurra, sino a un líder  que es capaz de cambiar su modelo mental y ver las cosas desde una perspectiva positiva, incluso cuando las circunstancias no lo son.  Esto requiere un líder que comprenda que lo que se puede controlar es solamente la forma en la que Ud. actúa frente a una situación o desafío, en lugar de permitir que la situación o el desafío lo controle a Ud. ¿Quién elige ser?

 

Cuidarme

Podría sorprenderse, pero el cuidado personal no está implícito cuando se tiene cáncer. Uno está en la rueda del hámster con constantes visitas al médico, tratamientos y controlando los efectos colaterales. No se puede tomar un día libre del cáncer. Había tomado la decisión de que el cáncer no iba a consumir mi vida, por lo cual traté de llevar una vida lo más normal y ordenada posible. Esto incluía hacer el viaje en el crucero que ya había reservado en el medio de mi quimioterapia (por supuesto con el permiso del doctor). Amo viajar y descubrir el mundo, y esto es algo que me permite desconectarme de mi rutina. Entonces, cuando tuve la oportunidad de viajar, lo hice. Por un rato, esto liberó mi mente de las visitas diarias al hospital; ayudó a recargarme. El propio cuidado también incluye decir no a los amigos y familiares cuando quieren reunirse, salir o visitarnos. No nos hace ser egoístas o groseros. Curarse de cáncer implica mucho esfuerzo y una es la máxima prioridad. Hay que ponerse en primer lugar.

Aprendí que la vida tiene más para ofrecer que el trabajo. Antes del cáncer, priorizaba al trabajo sobre otras cosas, incluidos mi esposo y familia. El trabajo es solo una parte de la vida a pesar de que, aparentemente, pareciera que el trabajo es lo más importante. Puedo asegurar que no lo es. No quiero decir que deben dejar de trabajar de la manera en que lo hacen, simplemente hay que comprender cuál es el lugar que ocupa en la lista de prioridades de su vida. ¿Están prefiriendo quedarse hasta tarde en la oficina en vez de cenar con su pareja? ¿Qué pasaría si dicen que no a un pedido de último momento que implica trabajar el fin de semana? ¿Analiza la urgencia de un pedido? El cuidado personal es crear límites. Llevará tiempo establecer tales límites. No va a suceder de la noche a la mañana, pero poco a poco, se puede controlar cómo uno pasa su tiempo y con quién. Recuerde, usted es un líder en su empresa y sus empleados y equipo siguen al líder. Si responde emails durante el fin de semana, ellos sentirán la necesidad de hacer lo mismo.

 

Asumir responsabilidad sobre lo que está bajo su control

Descubrí que hay muchas posibilidades sobre cómo transitar un tratamiento de cáncer. Puede elegir seguir el proceso y dejar que las cosas sucedan, o tomar el control y manejar su enfermedad.

Desde el principio, quería asegurarme de tener los mejores médicos. Asistí a cada cita con los doctores con la mentalidad de estar haciendo una entrevista. ¿Qué me parece este doctor? ¿Me está dedicando tiempo? ¿Están entablando una conexión conmigo o soy tan solo un número de la lista? Tomar esta posición generó un verdadero sentido de control. No me sentí cómoda con todos ellos, por lo cual hablé con el proveedor del seguro de salud para ver a otro.

Otro ejemplo fue durante la quimioterapia. Descubrí que se me asignaba una enfermera diferente cada semana o cada ronda de tratamiento. Podría haber aceptado esto, en cambio, pedí que en lo posible sea siempre la misma, y así sucedió. Esto hizo que mejore mi tratamiento. Creamos una rutina que ayudó a ambas partes.

¿Hay habilidades, destrezas, actitudes, capacidades, algo que desee o necesite mejorar? ¿Por qué no crea una lista de todo eso? ¿Qué incluiría? Analice una por una y reflexione sobre ellas. ¿Cuáles están bajo su control o cuáles no? Cuando digo estar en control, me refiero a que usted, como líder, puede intervenir y modificar una determinada situación, a diferencia de lo que no pueda cambiar (por ej: crisis económica). Si tiene el modelo mental correcto se dará cuenta de que hay muchas cosas que puede modificar. Por ejemplo, un empleado de su equipo que no tiene un buen rendimiento. ¿Ha hecho algo para mejorar esta situación? Una posibilidad sería sentarse con ellos y explicarles cuáles son sus expectativas y que ellos entiendan lo que podrían hacer para mejorar los resultados. ¿Son al menos conscientes de que no están trabajando como se espera? ¿Hizo todo lo posible para ayudarlos a que logren su potencial rendimiento? Estas son cosas que están bajo su control.

Como dije anteriormente, hay cosas que están fuera de su control, ¿Qué hace en ese caso? Echar la culpa afuera podría darle la razón, pero lo deja en una posición de impotencia o de imposibilidad de intervenir o cambiar cualquier situación, es como esperar que factores externos decidan por usted. Recuerde, siempre puede elegir cómo responder ante cualquier situación. La pregunta es ¿qué opciones tiene?

Tener cáncer es algo que va más allá de mi control, algo que no puedo cambiar. Sin embargo, puedo elegir cómo responder ante él.

“John, el equipo tiene que entender que ganar es nuestra prioridad número uno. Ganar eclipsa todo”.

Eso es lo que me dijo el CEO de una empresa de fintech en plena expansión del área de San Francisco inmediatamente después de contratarme para que lo ayudara a acelerar el ya impresionante éxito de su compañía. Me reuní con él para escuchar sus opiniones sobre las oportunidades para mejorar el desempeño de su equipo.

“Por supuesto, el escenario ideal para nosotros es ganar juntos”, continuó diciendo mientras me explicaba sus aspiraciones para el equipo ejecutivo. “Pero al final del día, todo se trata de ganar; y punto”.

La intensidad de la voz de este CEO era clara, y he escuchado mantras similares de muchos otros líderes de negocios a lo largo de los años. Durante mi trabajo como CFO de Microsoft y Novartis, me encontré con esta mentalidad de “ganar a toda costa” en decenas de ocasiones, y a menudo también me topo con ella cuando trabajo con los clientes de mi empresa de coaching y liderazgo ejecutivo.

No es de extrañar que este modelo mental prevalezca tanto en el mundo corporativo. Después de todo, los líderes enfrentan fuertes presiones para tener éxito, no solo por parte de sus accionistas, competidores y directorios, sino también por parte de sus propios equipos.

Y, sin embargo, también he pasado muchos momentos de silencio con líderes de alto nivel que lamentaban la dureza de una cultura despiadada, agresiva e intransigente. Estos líderes me han dicho a menudo que la presión para mantener esta postura los confronta con sus ambiciones más altas, tales como llevar una vida equilibrada, ayudar a otros a tener éxito, tratar a las personas con dignidad, etc.

De hecho, si bien los líderes de compañías de alto nivel podrían no revelar estas vulnerabilidades en público, muchas veces me han dicho en privado que se sienten divididos entre el imperativo de ofrecer resultados impresionantes y los sacrificios morales que creen que tienen que hacer para lograrlos.

Por ejemplo, una estrella en ascenso de mi equipo en Microsoft me confesó: «Creo que tengo el talento para convertirme en vicepresidente corporativo, pero no estoy seguro de tener, o de querer, el instinto asesino para llegar hasta allí». Es decir, se sentía dividida entre sus valores personales y las maniobras maquiavélicas que creía que eran necesarias para llegar a ser VP corporativo.

Aunque alcanzar el éxito mientras vives una vida de la que puedes estar orgulloso puede parecer una paradoja, la verdad es que este dilema puede resolverse, y lo que es más interesante, la resolución radica en la definición de «éxito» en sí.

Para mostrarte lo que quiero decir, me gustaría dar un paso atrás y examinar una distinción que escuchamos mucho en el mundo actual de los negocios: la diferencia entre el «qué» y el «cómo» de un resultado específico.

El «qué» es el resultado de nuestro negocio: el crecimiento de las ventas, las ganancias, la innovación, la participación de mercado, la satisfacción del cliente, etc. El «cómo«, por otro lado, consiste en una serie de comportamientos para llegar a esos resultados. En otras palabras, el «cómo» es la forma en que interactuamos con los humanos que nos rodean mientras luchamos por el «qué«.

La clave aquí es que nuestros modelos mentales y valores se traducen en nuestras conductas, que a su vez producen los resultados de negocio, idealmente los resultados a los que aspiramos.

Pero, por supuesto, no eres la única persona cuya conducta afecta los resultados de tu negocio. Esos resultados también dependen de los comportamientos de las personas con las que trabajas: jefes, compañeros, miembros del equipo e incluso clientes.

Entonces, lógicamente, la forma de maximizar los resultados es optimizar tu interacción con otras personas, los seres humanos que te rodean. Ese es el «cómo» que te lleva al «qué» quieres. Si no se tiene en cuenta el «cómo«, a la larga se afecta negativamente el «qué«, algo así como matar a la gallina que pone los huevos de oro.

Imagina que tienes un restaurante en un aeropuerto muy concurrido. La mayoría de tus clientes no vienen a menudo; sólo están de paso. Además, la mano de obra local es abundante y barata, por lo que decides reducir la calidad de la comida y pagar a tus empleados una miseria.

A primera vista, este modelo de negocios parece dar excelentes resultados: tu volumen de operaciones se mantiene alto porque el aeropuerto siempre está concurrido, y nunca vuelves a ver a tus clientes insatisfechos, así que, ¿a quién le importa si no están contentos? Mientras tanto, tus bajos salarios mantienen los costos bajos, y cuando un empleado se queja, simplemente lo reemplazas con uno de los postulantes sin rostro que están alineados en tu puerta. Parece un enfoque exitoso, ¿no es así?

Bueno, como dije hace un momento, eso depende totalmente de tu definición de «éxito».

Si tu «qué» es solo para ganar dinero, entonces un servicio deficiente y bajos salarios ciertamente te llevarán a ese objetivo. Al menos en el corto plazo. Sin embargo, si tu «cómo» incluye cosas como servir comidas deliciosas, ser conveniente para los viajeros ocupados y proporcionar empleo a las personas que lo necesitan, no es aceptable entonces que los clientes y los empleados se vean afectados. Con esas condiciones en mente, no importa cuánto dinero estés ganando, nunca te sentirás orgulloso de tu trabajo ni estarás en paz contigo mismo.

Como puedes ver, el éxito puede aparecer en muchos otros lugares además de tu estado financiero.

No estoy diciendo que alcanzar tus metas no sea importante. Claro que lo es. Especialmente si quieres mantener tu trabajo. Estoy diciendo que la forma más segura de lograr un éxito sostenible del que puedas estar orgulloso es concentrarte en cómo haces lo que haces.

Este es el concepto de «ganar más allá de ganar» o del «éxito más allá del éxito». Cuando trabajas para cumplir los objetivos de manera congruente con tus valores más importantes, ganas, incluso si no alcanzas tus metas establecidas, simplemente porque has actuado con integridad.

Este enfoque es más que un simple hecho para consolarse en caso de que no logres dar con los objetivos corporativos. Es una medida de honestidad intelectual y una prueba efectiva y rigurosa para juzgar el rendimiento del que puedes estar orgulloso.

Además, al concentrarte en tu conducta, puedes duplicar lo único que realmente está bajo tu control: tu capacidad para elegir tu respuesta en esa situación. En cualquier circunstancia, existen factores fuera de tu control. Pero un factor que siempre está bajo tu control es tu capacidad para elegir tu curso de acción, incluso si no puedes controlar el resultado de esa elección. Como dice el sagrado texto hindú del Bhagavad-Gita: «Solo tienes derecho a tu acción, y no a sus frutos».

Como seres humanos, estamos dotados de conciencia y de poder percatarnos de las elecciones que nos rodean. Esta conciencia nos permite reflexionar acerca de si nuestra conducta se alinea con nuestros valores, si “predicamos con el ejemplo”.

La próxima vez que te enfrentes ante una aparente elección entre el «éxito» u honrar tus valores, tómate un momento para hacer una pausa, respirar y reflexionar, y considera la posibilidad de ampliar tu definición de «éxito». Tal vez descubras que hay una forma de conseguir todo lo que deseas.